Conferencia que tuvo lugar en la FMSH, Fundación Casa de las Ciencias del hombre

02 de mayo de 2018

representantes del Arhuaco Pueblo, en visitan en Francia

Mamo Camilo IZQUIERDO, líder espiritual de los Arhuacos tradicionales y

Rogelio Mejía, gobernador del territorio de la Confederación Indígena Tayrona
Judith Marina TORRESrepresentante de la comunidad de las mujeres arhuacas.
Amado VILLAFAŇA, Director de cine.

Facilitadores: Nelson Vallejo-GomezCo-director científico del GRECOL-ALC-FMSH, Participantes: Irène BELLIERantropólogo, Director de investigación en el CNRS. Philippe BOBOLAfísico, biólogo y antropólogo, Universidad de Estrasburgo - Hospital Santa Ana de París. Patrick DACQUAYCelta de WD, jefe tradicional del círculo de la sabiduría de la Unión de las tradiciones ancestrales, miembro de la Junta universal de la sabiduría ancestral, Jean Pierre DOZÓNDirector de estudios de la IRD y Vicepresidente de la FMSH. Carlos MORENODirector científico de la Cátedra de la ETI de la Universidad de París.

Tardó más de un siglo para que un cambio de Constitución en la República de Colombia reconoce que su nación no se hizo sólo de mestizos de origen español y católico de la fe, sino también de origen afroamericano y expresión de los pueblos tradicionales, vivían en sus territorios, mucho antes de colonización española y la llegada de técnicas y culturas de la llamada modernidad occidental. Durante las muchas guerras que acompañaron la creación del Estado colombiano, 19TH Siglo y el 20TH, pueblos tradicionales fueron ignorados y considerados como 'niño' o 'temas bajo la autoridad de un maestro', en el peor de los casos, los esclavos o "forraje de cañón". Cabe recordar que los territorios indígenas fueron como una "zona tampón", durante los 50 años de conflicto armado interno entre las FARC y el Estado colombiano, por el que concluyó los acuerdos de 2016.

La nueva Constitución de 1991 reconoció finalmente una multiétnica y multicultural nación, una identidad colombiana rica de individuos y comunidades de origen, afiliación,

diferentes religiones, lenguas y cosmovisiones. Esta Constitución ha hecho posible la delimitación de los territorios específicos, tales como de la Confederación Indígena Tayrona. Se compone de seis pueblos indígenas, que uno de Arhuaco. Siguen siendo, desde sus orígenes en la Sierra Nevada de Santa Martadonde los elementos de la naturaleza, fauna y flora, la corteza de la tierra y el cielo son su hábitat, su mundo vital y cultural. Sin embargo, esta región, el mar tropical del Caribe colombiano, es la montaña costera más alta del mundo. Su altura es de 5,775 metros y su alcance es 17.000 kms2. Es una ironía de la historia, un montón de hibridación cultural o la violencia, que su territorio es el nombre de un santo católico, animistas y politeístas. Hay 33 ríos fuentes y nieves eternas en la parte superior. Su flora y fauna hoy en día está expuesto a cambios en el clima, los peligros de la deforestación y la minería. Pero sobre todo sus habitantes, quienes, ayer como hoy, siempre son impotentes ante la codicia de traficantes de tierras y la codicia de los paramilitares y los traficantes de drogas. A pesar de la alta avanzada legal e institucional permitida por la Constitución de 1991, pueblos tradicionales deben luchar constantemente por el respeto de su constitucional y los derechos humanos. Allí, entre el "tradicional y lo moderno", como socio-cultural y metaphysical diferencia que marca el rechazo y la exclusión, destaca física y violencia simbólica sigue.

Sin embargo, los pueblos tradicionales de la Sierra Nevada de Santa Marta poseer conocimientos ancestrales en medicina, en la preservación de los ecosistemas socioculturales y naturales, en el savoir-vivre y las habilidades interpersonales, en la relación de interconexión entre la naturaleza, el individuo y la cultura, que pertenecen a paradigmas distintos a los de la modernidad occidental. Algunos lo verían como un reservorio de cosmovisión, de pensamiento sureño, global y complejo, de responsabilidad y solidaridad, para salvaguardar el planeta y regenerar la condición humana.

Nelson Vallejo-Gomez